Porque hoy es el día de esos hombres y mujeres, jóvenes, niños y mayores, que no solemos celebrar, que no están recogidos en ningún catálogo de la Iglesia, que no cuentan con un día propio... pero que fueron buenas personas. Vivieron sus luchas y batallas, como todos, pero se esforzaron en que siempre triunfase el bien. Y así fueron felices. . Si miras dentro de tu corazón, seguro que hay muchos rostros que pegar en la imagen de hoy. Y es que el Día de todos los santos es un buen día para celebrar su vida y dar gracias a Dios por la suerte de haberlos conocido y haber recorrido un tramo del camino junto a ellos. Porque, cuando los recordamos, se dibuja una sonrisa en nuestra cara y nuestro día se tiñe de bondad, compasión y ternura, de Evangelio, porque ellos lo hicieron vida. Gracias por esos santos anónimos, personas de carne y hueso que, con su recorrido vital, nos dijeron que el Evangelio es posible y no una utopía imposible de realizar.