Hace algún tiempo, pero mucho tiempo. Cuando era muy pequeña me decían mi abuelita y mi mamá cuando me lastimaba, me aporreaba o estaba enferma, las palabras mágicas: “Sana, que sana, colita de rana”.
Esas
palabras eran maravillosas, eran calmantes. Me
sanaba; y de verdad; nunca supe por qué pero causaba efecto en mí.
Con
el tiempo pienso en esa ranita amiga, verde, simpática, chistocita que me encantaba imaginarla. Tenía la piel llena de circulitos muy amarillos, ojos saltones y una
larga lengua que estiraba para sanar, limpiar y curar . Vivía muy feliz en una laguna a las afueras de la ciudad, tenía mucha fama en esa laguna porque curaba y sanaba.
Este mundo de hoy necesita de esa ranita, mi ranita.
La voy a llamar.
Amigaaaa Ranitaaaaa ¿dónde estás?
Ven... y sana este mundo…,sé que tú puedes sanar las enfermedades pero antes avisa al gobierno de todos los países que, es
necesario contar con medios sanitarios, medicinas e inyecciones y muchas otras
cosas más.
Ven y sana este mundo, pero antes avisa y dile que, para luchar contra la pobreza y la injusticia
son necesarias carreteras puentes, pozos y escuelas.
Y, también dile, que hay muchos niños y niñas tristes,
sufriendo, que necesitan calmantes de sonrisas, de humor,de besos, caricias y
amor.
Ven ranita verde, mi ranita sanadora, a este mundo y en esos países empobrecidos, lleva ilusión, y también, tu magia especial de sanación,tu
alegría y la risa.
Necesitamos sonrisas, unas caricias, abrazos y besos.
“Sana
que sana, colita de rana”.
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