Como en cada encuentro , las jóvenes en seguimiento vocacional empezamos el día con una oración muy especial ….a dejarnos
hacer y ser “su flauta”.
UNA CAÑA EN EL CAÑAVERAL
Yo era sólo una caña. Había crecido como las demás en el
ambiente húmedo y apacible de la orilla del río.
Pero mi vida no tenía mucho sentido. No era ni árbol frutal
que alimentara a pájaros y niños, ni rosal que llenara de color y aromas los
altares y las novias. Sólo una caña hueca a menudo agitada por el viento,
confundiendo la vida con el movimiento, aunque a veces… sonaba en mí como
música la brisa.
Alguna vez… sentí envidia y me puse a soñar, cuando se
acercaba al río el pescador y yo sería su caña de pescar. Pero yo sólo era una
caña vacía sin fruto y sin futuro en el cañaveral.
II.- ME PUSE EN SUS MANOS
Un día de verano se acercó el joven pastor hasta la orilla
entre silbos y cantares. Y me tomó en su mano, y me puse en sus manos, y,
arrancándome del lodo y del aburrimiento, me llevó a la sombra de la encina,
donde las ovejas sesteaban.
Me acarició limpiándome el barro adherido y con su navaja de partir pan fue haciéndome a su medida, cortando lo sobrante, puliendo lo tosco
y desabrido, abriéndome agujeros, vaciando mi vacío, dejándome yo hacer al
tacto de sus dedos, sin ya poner reparos, sin miedos, ni recelos. Y me probó en
su boca dándome el primer beso verdadero, y para hacerme a sus labios, me fue
cortando en un extremo, probando y volviendo a probar mi ajustamiento.
III.- ABIERTA YA A SU ESPÍRITU
Yo era sólo una caña vacía pero el pastor se enamoró de mi
vaciamiento, y al llevarme a la boca abierta ya a su espíritu, su aliento llenó
mi oquedad de soplo de vida de fuego, de música y armonía, de vibraciones
sonoras y melodías al ritmo de sus dedos y a sus caricias.
IV.- SOY SU FLAUTA
Yo era sólo una pobre caña, pero, puesta en las manos del
pastor, soñaba en sus sueños, modelada a su aire y a su estilo, con el beso de
sus labios y su aliento, movida al ritmo de sus dedos, soy toda música, soy ya
una flauta, su flauta, la que lleva en el zurrón todos los días junto al pan y
el vino, Eucaristía, la flauta de su música que ya conocen las ovejas y les
guía en el camino. La flauta que llena de melodías los campos y las tardes, de
alegría el corazón de su zagala amante, de sonrisas el alma de los niños y los
pobres.
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